Desde los ojos de papá…
“El otro día estábamos arreglando el cuarto de nuestras hijas, y cuando finalmente todo estuvo en orden, pudimos hacer una pausa con mi esposa. Con dos niñas pequeñas es difícil mantener los cuartos ordenados por mucho tiempo, así que nos tomamos unos segundos para ver el resultado. Miré alrededor y en lugar de pensar en lo bien que se veía el cuarto, me llamó la atención otra cosa: había muchas muñecas, quizá demasiadas. Se lo comenté a mi esposa y ella opinó igual. Las contamos y me parecieron demasiadas. Algunas habían sido de ella, de cuando era pequeña. Con orgullo las había conservado y cuidado por si algún día tenía una hija. Otras las habían heredado de sus primas mayores o de sus tías. Otras habían sido regalos. Eran muchas, a pesar de que nosotros no les hemos dado ninguna. Así lo hemos decidido porque ya reciben obsequios de tanta gente, que no queremos que luego espere recibir regalos de todo el mundo, todo el tiempo.
Cuando mi hijas me piden algo por capricho, les recuerdo que no es necesario, y que no es Navidad ni su cumpleaños. Ellas saben que es así, y con una sonrisita me hacen entender que lo que están haciendo es intentar, a ver si su pedido pasa. Los niños estirarán las reglas hasta donde nosotros les dejemos llegar, así que si siempre cedemos a sus pedidos se acostumbrarán a eso y cada vez esperarán más. Los regalos son como los cumplidos: pierden su valor si los recibimos todo el tiempo, y si no nos costó nada obtenerlos. Vemos que hoy se da premios a los niños por todo, donde el reconocimiento por participar no se diferencia del reconocimiento por ganar. De esta forma es difícil fomentar el esfuerzo individual y colectivo, y la sana competencia. Y de ninguna manera se debe premiar a los niños por seguir las reglas, o por obedecer.
En la familia de mi esposa tienen una costumbre que me gusta mucho. Para celebrar los cumpleaños no se dan regalos, sino que hacen algo especial en familia, diferente de lo que hacen en el día a día. Generalmente es ir de paseo a algún lugar nuevo. El regalo es la vivencia, y después el recuerdo del paseo, del teatro, o de lo que se les haya ocurrido hacer. Para un niño puede ser montar a caballo, ir a una montaña, hacer un pic nic en el parque. El valor del regalo está en lo que representa para nosotros, no en su valor monetario. Aquellos regalos los seguiremos disfrutando mucho tiempo después, cuando veamos las fotos de esos días, o recordando lo bien que la pasamos con algo tan sencillo como estar juntos.”