Ayer tuve uno de esos momentos en que sentí que todas las dificultades vividas finalmente habían dado fruto. Era muy afortunado, pues finalmente todo encajaba. Estaba en mi casa, con mis hijas, en un día soleado, y mientras ellas jugaban, mi esposa leía un libro. Con culpa pensé en lo perfecto de ese momento, el ruido había cesado, los problemas y las preocupaciones de repente habían desaparecido. ¡Fueron los mejores 30 segundos de mi vida!

Así es ser padre. Cuando crees que todo está listo, algo pasa. Estás por apagar la luz e irte a dormir, y oyes:


-"¡Mamá, pipí!


Finalmente están listan tus hijas para salir contigo, y sin que te dieras cuenta han decorado su ropa con marcadores. Te ha tomado medía hora peinarles, y de pronto te miran con ojos llenos de rímel y pintalabios por toda la cara.

Basta que enciendas el auto o pongas un pie fuera de tu casa para que el destino te diga "no tan de prisa...".

Lo importante es tomarlo con calma, o por qué no, con humor. Tus hijos son niños, y hay que dejar que lo sigan siendo.

Explotar, o reprenderles transformará un paseo en un día para olvidar, un buen momento en un mal rato para todos.

Explícales las cosas con cariño, por más difícil que nos resulte en ese momento. Siempre aprenderán mejor de sus padres desde el amor que desde el miedo.