Cuando los padres con los que trabajo me preguntan que cuánto tiempo deberían sus hijos pequeños ver dispositivos móviles o televisión, mi respuesta suele ser: "Los niños pequeños no deben ver pantallas". ¿Por qué? Porque los niños pequeños NO NECESITAN ver pantallas. No es una necesidad que tengan.
Los niños pequeños necesitan interactuar con las personas que les rodean y experimentar aprendizajes de manera activa. Esto sí les ayudará a aprender, entre otras cosas el lenguaje y a entender las relaciones entre las personas, a la vez que reforzará sus vínculos afectivos.
"Pero a mi hijo le encanta ver videos, y solo le pongo videos educacionales para niños." Lo que los niños a temprana edad están experimentando en realidad es una fascinación con los colores y movimientos que se producen en las pantallas, más no con sus contenidos o manteniendo una atención sostenida. Todavía son muy pequeños para entender que las imágenes representan cosas en la vida real. Los más grandes quizás sí reciban información de lo que ven, pero en el mejor de los casos es un aprendizaje pasivo, que no se equipara a lo que pueden aprender tocando objetos, experimentando juegos al aire libre o conversando con mamá y papá.
Si tus hijos son más grandes y quieres permitirles ver televisión o pantallas en la semana, estas ocasiones deben ser reguladas, y de ningún modo representar un premio a su buen comportamiento. Hay programas como Daniel el Tigre, o Dino y Dana para niños más grandes, que tienen contenidos y mensajes apropiados. Y no olvides que siempre lo hagan supervisados por un adulto, pues es mejor conversar con ellos sobre lo que ven, lo que hará más interactiva la experiencia.
La decisión de acudir a las pantallas muchas veces nace de la necesidad de los padres de tener un respiro en su día, o de poder mantener a su hijo quieto y en silencio un momento, cuando queremos bañarnos o hacer el almuerzo, o mientras esperamos ser atendidos durante una visita al doctor. Pero esto no debe de ninguna manera convertirse en un HÁBITO, pues puede causar problemas con el sueño, su comportamiento y la atención. Sin embargo creemos que hay excepciones muy válidas para usar una pantalla, como por ejemplo acudir a un videochat para que saluden a sus abuelos, o cuando alguno de los padres se ha debido ausentar de casa.
He tenido muchos casos en que solamente por el hecho de suprimir la exposición a pantallas en el día se mejoró increíblemente el sueño del niño, y ni se diga de su comportamiento, su vínculo con sus padres, su estado de ánimo… ¡hasta se redujeron los berrinches!
Muchos padres me han comentado que parte de su rutina de sueño con sus hijos pequeños es ver televisión antes de dormir, porque como no los ven todo el día y llegan tarde del trabajo, pasan esa hora antes de dormir viendo películas. Mi recomendación es al revés: elimina esos momentos de pantalla y reemplázalos por momentos de jugar con tu hijo al juego que el desee, de contarle historias, etc. Así, además de verdaderamente reforzar el vínculo con tu hijo que no te ha visto tantas horas, le ayudarás a tener una mejor higiene de sueño y dormirá mejor.
Te invito a hacer la prueba. Elimina la exposición a pantallas en tus hijos pequeños, reemplázalos con juegos al aire libre y más interacción contigo, ¡verás la diferencia!
Y en relación al sueño, nunca se debe exponer a los niños a pantallas antes de dormir. Lo ideal es nunca en las 2 horas previas a dormir. Las pantallas emiten luz azul que interfiere con la producción de melatonina, la hormona del sueño, haciendo que sea más difícil conciliar el sueño y mantenerse dormido. Es parte de tener una buena higiene de sueño, también para los adultos 😉
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