Desde hace varios años que vivo fuera del centro, en un lugar muy verde de mi ciudad. La gente viene a comprar plantas para llevar a sus casas, pues el pueblo está lleno de viveros. Los vecinos estamos por eso familiarizados con ver todos los días camionetas cargando plantas para llevar a alguna casa o a algún jardín. Vemos plantas cuando regresamos a nuestras casas y cuando salimos a nuestros trabajos. Y los que tenemos plantas en casa, sabemos que ocasionalmente nos encontraremos con algún bichito q, habitante natural de las plantas. Ese bicho que por naturaleza nos inspira desconfianza (cuando no hablamos de miedo), va a compartir ocasionalmente el espacio con nosotros. Te vas a cruzar con él. Pero no es su culpa. Muy probablemente, si fuiste a vivir al campo, o adonde sea que te lo encontraste, ese bichito ya vivía ahí. ¡El invasor has sido tú! Pero para vivir en armonía, mejor aprender a convivir con esos vecinos.

Pues en mi casa desde hace mucho tiempo que respetamos a las arañas, por ejemplo. Me costó mucho ir reclutando miembros que pensaran igual en mi familia: mis dos hijas todavía tienen que sostenerme la mano para poder "apreciar" de más cerca a alguna arañita. Mi esposa es caso perdido, estoy seguro que cuando no estoy, les da un zapatazo, luego limpia cualquier resto del crimen antes de que yo regrese, para que no haya evidencia. Pero mientras estamos juntos en la casa, cuando ve una araña, me llama para que yo me encargue. Y mi forma de encargarme no es matarla. Yo les tapo con un vaso, meto debajo del vaso una revista, y las saco al jardín. A mis hijas les encanta cuando las libero y les digo que se van para su casa. -"Ya van a ver a su mamá", me dicen. Les digo que por suerte pudimos ayudarles. Creo que sienten una pizca de alegría de pensar que los animalitos van a volver a ver a su mama, y también de alivio de que haya sacado el bicho. No he alimentado la costumbre en ellas de que cada vez que vean un bicho tienen que matarlo. ¿Por qué? ¿Por la simple razón de existir? En más de 23 años que llevo viviendo aquí nunca me ha picado una sola araña. Ni un alacrán. Esos dan más miedo, pero no puedo hacer una excepción, por feos...

Tus hijos siempre ven lo que haces. Si yo mato a cada insecto que se cruce en mi camino, mis hijas me imitarán y pensarán que así se debe actuar. Y así con todo. Si saludo, ellas saludarán, si soy respetuoso, ellas también. Está muy bien hablar con los hijos y darles consejos, pero lo mejor es darles tu ejemplo, tu buen ejemplo.